martes, 20 de marzo de 2012

Del Campo

Es tarde y mientras mi gente se reúne alrededor de la televisión, me instalo cerca del fuego a escribir. Mi abuelo estaba siempre al lado de un libro y yo estoy siempre al lado de una lápiz y un cuaderno.

Acá la cosa es distinta a la ciudad, porque acá tenemos tiempo para escribir, no andamos todos apurados esperando la micro, ni teniendo que ir a la pega en horarios inhumanos, no es que trabajemos menos, pero trabajamos diferente. Nos gusta estar con la familia y cenar juntos, nos junta tomar desayuno juntos, nos damos tiempo para compartir aunque tenga sus costos, quizás no somos ricos, pero compartimos.

Pienso en la trilladora, fue una buena inversión y aunque en esta época del año no es requerida, siempre me regala una temporada de celebraciones, pero no sólo eso. La trilladora se pagó sola, la arriendo conmigo incluido, claro está. Yo soy el dueño y yo la uso. En la época de trillas tengo mucho trabajo con esa máquina y me ha reportado muchos buenos ratos.

Los dueños de casa siempre me tratan bien, no falta chicha para pasar el calor, no falta un plato suculento a la hora de almuerzo preparado por las mujeres, ni la buena música animando. Me gusta especialmente cuando traen a los cantores; algunos usan radio hoy en día, pero otros traen a sus amigos y escucho las mismas canciones que escuché cuando acompañaba a mi abuelo y a mi padre, canciones que son de mi pueblo y que relatan como nos sentimos.

Es que acá, la cosa es distinta a la ciudad, porque no necesitamos andar escuchando música en inglés, nosotros somos gente de campo, gente de esfuerzo y por eso, sabemos valorar lo que somos y disfrutar los espacios que tenemos. Puede que la vida sea dura, pero después de esas largas jornadas, muchos celebran una fiesta donde le agradecen a todos sus amigos haberles ayudado con la trilla. Y funciona así, yo te ayudo a ti y tú me ayudas a mi. Entre todos, como vecinos, amigos y parientes, nos ayudamos mutuamente y esa ayuda se agradece con la celebración y el buen trato.

La celebración incluye chica y comida, incluye cueca y cumbia, incluye chistes, cotilleos y mucha risa. A algunos a veces se les pasa el trago, pero hay que estar listos para el día siguiente. Es simple, cuando la vida se pone dura, el trago te da la risa, te pone contento y se te olvidan los sinsabores. No voy a justificar a los que se pasan demasiado, pero si la vida se está poniendo dura porque se fueron las salmoneras y nos quedamos sin peces que pescar, hay que ponerle alegría a la vida.

Nosotros vamos a salir de esta, las salmoneras fueron promesas, nos dieron plata un rato, pero nos quitaron el resto. Mi abuelo ya decía que eso era trato con el diablo. Arrasaron con nosotros, pero vamos a salir adelante. Somos fuertes y si vamos a comer papas todo el año, lo vamos a hacer. Acá la mujer siempre sabe hacer magia en la cocina y nunca se queja, yo la admiro.

Nosotros estamos bien, es que yo terminé el técnico e invertí en la trilladora, mi mujer es maestra en la escuela. Nosotros siempre tenemos hartas visitas porque aquí no falta y si no falta, le convido al vecino porque acá sé que si me falta, mis vecinos le van a dar un plato caliente a mis hijos, porque cuando la cosa esta difícil, nos ayudamos.

Este fue un año duro y ahora estamos recluidos en el calor del hogar, los míos ven tele, tiran bromas, se ríen, los conchos de las familias andan corriendo por la cocina. Nosotros vamos a salir para adelante, mis vecinos, mis amigos también porque somos estamos acostumbrados a vivir en circunstancias difíciles, porque nos ayudamos, porque sabemos quien vive al lado, conocemos a todos con los que trabajamos, porque acá, el trabajo y la amistad van ligados. Es que la cosa acá es distinta que en la ciudad, acá no tenemos tanto, pero por lo mismo hay menos miedo a perder, hay más confianza en el otro y aunque mis hermanos se fueron a la ciudad, ellos siempre me dicen que echan de menos las cenas, los desayunos, los cantos, las tardes, los mates, las trillas, las majas, ellos me cuentan que no saben como se llama el vecino, que apenas conocen a su compañero de oficina, que se compraron la lcd, que fueron al restaurante no sé cuanto, que se compraron la ropa de la última temporada y que tienen un computador con Internet de otro mundo y me dicen que se siente solos porque allá la cosa es distinta al campo.

4 comentarios:

  1. Hermoso texto gemeli, has publicado ya? Encuentro que escribes excelente, me encantaría tener algún día un libro tuyo en mi velador :)

    Besos!

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  2. Muchas gracias por los ánimos :)! No he publicado aún, pero en eso estoy, intentándolo :)!

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  3. Me gusta mucho leer tus publicaciones, concuerdo con Daniela, escribes muy bien...

    Saluditos!

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