miércoles, 5 de febrero de 2014

Danza del cortejo


No recuerdo cuando fue la primera vez que vi una foto de un pavo real, ni la primera vez que vi uno en vivo, pero marcaron una diferencia sustantiva en mi percepción de los pavos reales. Sé que los vi en fotografía primero, los encontré hermosos y majestuosos, sus colores fascinantes. Realmente merecían el nombre que les habían puesto y me encantaban.
Un día vi un pavo real en vivo –probablemente en el zoológico metropolitano- y en la misma jaula de los pavos reales, vi también otra ave de gran tamaño, pero más pequeña y mucho menos majestuosa que los pavos, así que cuando pregunté que era, me llevé la sorpresa de mi vida, porque si eran pavos reales pero hembras.
De esa fecha hasta ahora, tengo un conflicto no resuelto con los pavos reales y mi pregunta sin sentido es porqué los machos son tan bonitos y vistosos y las hembras no. Ya sé cual es la razón, pero la respuesta no me conforma, así que me pillo escribiendo y preguntándome lo mismo que cuando era una niña.
En fin, luego de recibir ese golpe visual y enterarme de la dura realidad, me explicaron que no es que la naturaleza deje todo al azar. El motivo de que los pavos machos fuesen más vistosos es porque ellos son los que cortejan y, por lo tanto, su tamaño, colores y plumaje son así en función de atraer a las hembras para aparearse.
¿Y a qué viene todo esto? Supongo que al hecho de que en la mayoría de las especies el asunto funciona así, pero no en la humana.
En la época victoriana habían códigos rígidos para la conquista, se hacían tales y tales pasos y signos, eso significaba que la otra persona tenía interés. La ventaja era la claridad del mensajes (en la mayoría de los casos) y la desventaja era precisamente la rigidez, que llevaba a que muchos matrimonios apenas se conocieran realmente antes de casarse. Pero las cosas han cambiado.
Me quedé hasta tarde ayer (u hoy hasta temprano) y un poco antes de la una de la mañana decidí irme a dormir, pero la tarea era titánica. No sólo porque hacía calor, sino porque mis vecinos decidieron realizar su propia danza del cortejo y estaban en su patio gritándose para conquistarse (Para contextualizar, salvo que tengas dinero en Chile, las cosas son pequeñas, así que uno quiera o no escucha al vecino). Apoyada en mi almohada, escuchaba una a una las canciones que uno le ponía al otro, pero el cortejo no era como el de los pavos reales porque él la trababa mal y ella a él, ambos se descalificaban en su juego de conquista y él no hacía precisamente un display de interés. Era como me gustas, pero te descalifico y no puedes escuchar ni la música que te gusta porque yo tienes que poner la que a mi me interesa, es decir, tienes que responder a mis condiciones.
Entonces, pensé en que ahora cortejarse resulta ser una tarea titánica (más que dormir con los gritos y música a todo volumen) y que sería mejor que tuviéramos plumas, en su defecto, una serie de normativas rígidas. Que quede claro que no idealizo un período (que viva mi relativa libertad), pero si supongo que de vez en cuando, sería lindo ver el otro cortejo, el de las plumas de los pavos reales y la galantería masculina.

2 comentarios:

  1. Esta entrada tiene mucha miga, no es fácil meterle mano :-)

    Lo primero que se me ocurre es que, en el género humano, el cortejo no es muy distinto del que se produce entre los animales. Los machos no exhiben un arco de plumas, pero hacen (o hacemos..) un montón de tonterías, mucho más variadas pero tan absurdas como las plumas de los pavos, para llamar la atención de las hembras. :-DD. Y vosotras sólo tenéis que observar tranquilamente el espectáculo, y elegir. ¡Vaya vida cómoda! ;-P

    Un abrazo

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    1. Bueno, ahí a mi me entra la duda. Yo siento que ahora las mujeres también debemos "exhibir nuestras plumas".

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